Y ASÍ PASÓ... Una columna de historias reales
Desde la publicación de mi libro, “Como soportar la vida con humor.
Confesiones de un actor”, he recibido una gran cantidad de mensajes de
lectores y lectoras. Muchos de ellos, haciendo eco de una promesa lanzada al
final de la obra, me solicitan un nuevo libro dedicado íntegramente al universo
de la música académica o clásica.
He de reconocer que le dediqué más de cuarenta años a ese fascinante
mundo y, por supuesto, tengo un sinfín de anécdotas y reflexiones que
compartir. Sin embargo, en este momento, concentrar todo mi esfuerzo en un
texto monográfico sobre ese tema específico no me resulta del todo apasionante.
Gracias a la brillante iniciativa de nuestra Fundadora, la escritora
Viviana Marcela Iriart, hemos decidido tomar un camino diferente: crear esta
columna.
Titulada Y ASÍ PASÓ... ,
este espacio nos permitirá compartir relatos de la más variada índole. Si bien
la música tendrá, sin duda, una participación constante debido a mi
trayectoria, abordaremos temas diversos, algunos muy divertidos y otros con
matices más serios.
El objetivo principal es ofrecerles una lectura entretenida a través de
situaciones que me ha tocado experimentar. Todas las historias son reales, pues
el arte de inventar nunca ha sido de mi agrado.
Deseamos sinceramente que disfruten de este nuevo proyecto. Está
realizado con la dedicación y la energía positiva que tanto Viviana como yo
ponemos en cada iniciativa de esta maravillosa editorial.
Los invito a nuestro encuentro para compartir las vivencias que se
esconden tras la frase... Y ASÍ PASÓ…
Muchas gracias por el apoyo incondicional que siempre nos brindan.
Jairo Carthy
Caracas, 14 de diciembre de 2025
Jairo Carthy
La trayectoria de Jairo Carthy es un testimonio de versatilidad e
integración artística a lo largo de varias décadas. Ha logrado amalgamar con
maestría su desempeño como actor de teatro y cine, productor de música clásica
y diseñador gráfico, reflejando un equilibrio único entre creatividad, técnica
y sensibilidad artística.
En el ámbito de las artes gráficas, se ha consolidado como un
profesional de confianza para muchas empresas e instituciones culturales. Su
trabajo se distingue por su capacidad para plasmar un sello distintivo de
creatividad y excelencia en cada proyecto.
Su portafolio es amplio y diversificado, incluyendo: Identidad corporativa
(logotipos, tarjetas de presentación), material publicitario y promocional
(afiches, volantes, folletos, trípticos, pendones y pancartas), diseño editorial
(libros, revistas), diseño de empaques y carátulas de CD (incluyendo estuches
de lujo), entre otros.
Su carrera en las artes escénicas es extensa y está marcada por el
privilegio de haber trabajado bajo la dirección de los más prestigiosos e
importantes directores de teatro de Venezuela. Como actor, ha abordado un vasto
repertorio que abarca desde autores contemporáneos hasta clásicos del Teatro
Universal, dando vida a personajes que han sido avalados tanto por la crítica
especializada como por varios premios.
Su trabajo en el cine también recibió elogiosas críticas por sus
interpretaciones.
Recientemente, se ha integrado a “Ediciones Choroní” en colaboración con
Viviana Marcela Iriart. En este rol, asume la responsabilidad directa del
diseño y la diagramación de las publicaciones de la editorial. También ha
escrito dos libros: “Cómo soportar la vida con humor, confesiones de un
actor” y para los niños y niñas un grupo de divertidos cuentos titulado: “Aventuras con las redes sociales”.
LA ESCUELITA, cuando la Jefa se puso seria
El Museo del Teclado no era solo un nido de antigüedades musicales, era
la casa de dos entes culturales: la Dirección de Música de FUNDARTE (que nos
administraba) y, por supuesto, la gloriosa Ópera de Caracas con su Taller
Permanente. ¿La capitana de este barco? La maestra Isabel Palacios.
Isabel tenía tantos compromisos que, para verla en su oficina, tenías
que pedir cita. Ya que por sus mutiples ocupaciones no le daba tiempo de estar
diariamente en su oficina. Pero su grupo
de colaboradores era una mezcla explosiva y heterogénea. ¿Disciplinados? No siempre.
¿Buena onda? ¡Siempre! La camaradería y el buen humor eran nuestro aceite y
nuestro motor.
Una mañana, la dulzura se evaporó. Nuestra Directora llegó con un aura
que decía: "No más caos" (Y con justa razón, para qué mentir). Yo me
daba cuenta del desorden pues venía de un mundo musical donde la puntualidad y
la eficiencia eran casi una religión, pero aquí, en el Museo, la gente se
relajaba demasiado.
Muy molesta nos reunió a todos en su oficina, en ese momento nos miramos y pensamos: No se
sentó en su silla de siempre, por su actitud parecía que se había sentado en un
trono, encendió su infaltable cigarrillo de la época (¡todo un símbolo de
autoridad!) y nos miró a los ojos, uno por uno, con esa mirada que no acepta un
"pero". Se acomodó varias veces y tomó la palabra, nosotros nos
sentíamos como si estuviéramos viendo su programa de televisión “Clásicos Dominicales”.
-¡Señores! A partir de hoy, se acabó el desorden. ¡Quiero organización! -
declaró, como una sentencia de ópera -. Estoy harta de encontrar notas escritas
en cualquier cosa: un pedazo de revista, una envoltura de cigarrillos, ¡un
papel que se vuela! Necesito saber qué demonios hacen. Esto no puede seguir así. Ahora mismo, van a ir a comprar unos
cuadernos. Todos iguales. Y en ellos, van a escribir, como Dios manda, un
resumen de sus actividades del día de hoy y lo que tienen programado para
mañana, no quiero sorpresas y por supuesto cualquier mensaje urgente para mí.
¡Eficiencia y orden! Los quiero en mi escritorio antes de la noche. Ahora,
¡muévanse!
Y, tan rápido como llegó, se fue a sus mil ensayos, clases y reuniones.
Nos quedamos allí, boquiabiertos. Era la primera vez que veíamos ese
huracán de carácter. Un silencio sepulcral nos cubrió hasta que Nelly Zerpa
murmuró:
- O sea, ¿la propia "Escuelita"? ¿Como si fuéramos
niños? ¡Qué fastidio!
Y justo en ese momento, nació la genialidad.
- ¡Ya va! dijo Corina Michelena. ¿Y si hacemos exactamente
lo que nos pidió, pero actuando como si fuéramos niños? ¿Qué les parece?
-¿Pero cómo sería eso? - pregunté, un poco escéptico.
Armando Africano, mi compañero de la Ópera (y el más audaz), tomó el
control de la misión:
- ¡Al ataque! ¡Vámonos todos a la librería! Y agregó, con una sonrisa
malvada -: Y no solo compraremos cuadernos. Compraremos calcomanías, creyones
de colores, ¡todo el arsenal de un kínder!
Ana Cecilia Abreu, reforzó el plan de sabotaje creativo: - ¡Y plastilina! Podemos dejarle una figurita
de plastilina. ¿Quién puede molestarse por un conejito de plastilina?
¡Misión aceptada! Éramos ocho adultos con la emoción de un paseo
escolar. En la librería vaciamos el estante infantil: stickers de ositos,
dinosaurios, cintas de colores, creyones fluorescentes... El objetivo era
claro: transformar el temido cuaderno de reportes en un Diario de Primer
Grado.
De vuelta en la oficina, nos pusimos manos a la obra. Decoramos los
cuadernos según el personaje de "niño" que éramos. El texto lo
redactamos con un lenguaje y una letra que imitaba la caligrafía torpe de un
infante. Yo, por ejemplo, siendo diestro, escribí mi reporte con la mano
izquierda, y me quedó perfecto; parecía una nota real de un niño.
Pero lo mejor fue la plastilina. Cada uno hizo su propia obra maestra.
Yo, el ordenado del grupo, hice una pulcra canasta de frutas. Armando, por
supuesto, hizo algo completamente abstracto y le asignó diez significados
profundos. ¡Todo se veía deliciosamente infantil y original!
Terminamos, limpiamos el desastre y montamos la exposición. Cada
cuaderno impecablemente decorado, cada figura de plastilina con su título
asignado en una cartulina de color. La cereza del pastel: unas flores y la
mítica manzana de la maestra acompañando un mensaje que decía: "Esto es
para Usted, Seño" (porque en nuestros tiernos años, así llamábamos a
las maestras).
Revisamos la escena del crimen, y nos fuimos a la casa.
Lo que no sabíamos era que Isabel venía de vuelta con ¡la Junta
Directiva de la Ópera! Nada menos que Hans Neumann, José Ignacio Cabrujas,
la Dra. Alicia Álamo y el Maestro Riazuelo.
Isabel abrió la puerta de su oficina, encendió las luces, y entró
seguida de semejantes titanes de la cultura.
El shock fue inmediato.
Al ver aquel circo de cuadernos y plastilinas en su escritorio, Isabel
solo pudo exclamar:
- ¿¡Pero qué es esto!?
El asombro de los directivos fue épico. Se acercaron lentamente a
nuestras "obras de arte" y las risas empezaron a sonar.
-¡Mira esta! —decía uno. — ¡Y mira este mamarracho abstracto! — replicaba
otro.
Isabel no sabía dónde meterse, pero se dio cuenta de que la presión
bajaba al ver el ataque de risa de sus jefes. José Ignacio Cabrujas, el
dramaturgo, sentenció con una sonrisa:
- No hay duda, Isabel. El personal que diriges es increíblemente
creativo, y eso es excelente para lo que hacemos. El Maestro Riazuelo que nos conocía bastante
agregó: ¡Además de tener un sentido del humor maravilloso para hacerte esta
sorpresa!
Ella, entre risas, tuvo que confesarles la bronca de la mañana que había
generado la "Escuelita".
Al día siguiente, ansiosos por el veredicto, fuimos recibidos por una
Isabel que no podía parar de reír. Hubo felicitaciones, comentarios divertidos
y, lo mejor de todo, ella asumió su nuevo papel: se dedicó a escribirnos un
mensaje personalizado en el cuaderno de cada uno, actuando como la Maestra de
la "Escuelita" que habíamos creado.
Fueron años geniales, llenos de creatividad y de anécdotas como esta.
¡Ya les contaré otra más adelante!. Y así pasó…
Jairo
Carthy
jcarthyc@gmail.com
Caracas,
14 de diciembre de 2025